Conflictos Sociales en Áreas Naturales Protegidas | IIES

Conflictos Sociales en Áreas Naturales Protegidas

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Conflictos Sociales en Áreas Naturales Protegidas

En gran parte del mundo, las áreas protegidas (AP) se han convertido en el principal instrumento de política pública para la conservación de la biodiversidad. Aunque las motivaciones para crear estas áreas han sido de diversa índole, en términos generales, las AP se han presentado como una herramienta para frenar la degradación de los ecosistemas causada por la actividad económica de las sociedades modernas. Es por ello que los primeros esfuerzos conservacionistas a nivel mundial, basados en el modelo de parques nacionales de los Estados Unidos de América, buscaron excluir de estas áreas a las poblaciones humanas y sus actividades económicas. Sin embargo, las políticas de conservación tanto en México como en el mundo se han transformado, pasando de dar énfasis a la protección aislada de paisajes a un acercamiento más amplio e integrador, en el que las AP son vistas como un instrumento tanto para conservar la biodiversidad como para potenciar el desarrollo socioeconómico de las poblaciones locales.

El aprovechamiento de los recursos naturales en dichas áreas ha dado origen a conflictos sociales. Dichos conflictos de conservación o conflictos socioambientales se pueden definir como situaciones que ocurren cuando dos o más actores con percepciones, opiniones, emociones, o intereses opuestos sobre un objetivo determinado se enfrentan, y cuando se percibe que para alcanzar sus intereses, una de las partes lo hace a expensas de la otra. Esta definición reconoce que los conflictos ocurren necesariamente entre seres humanos y que, en el contexto de las AP, los conflictos surgen cuando los intereses de conservación de una de las partes se ven amenazados por la postura de aquellos con una visión distinta, o bien, cuando los objetivos de conservación son impuestos a una de las partes. Aunque no puede haber un conflicto sin sujetos sociales, el término conflicto socioambiental enfatiza la dimensión social de los problemas ambientales que muchas veces se deja de lado. De esta manera, el término conflicto socioambiental reconoce la necesidad de caracterizar otros aspectos de la situación de conflicto, como la distribución, acceso y propiedad de los recursos naturales tales como la propia tierra, el agua, los bosques o sistemas acuáticos como lagunas o ecosistemas marinos.

Generalmente, las causas de los conflictos socioambientales van más allá de simples diferencias entre actores, sino que están fuertemente ligadas a las relaciones de poder y a los valores afines a la historia socio-cultural de un territorio. Por ejemplo, los conflictos de conservación pueden ocurrir porque se restringen las actividades productivas o se limitan los medios de vida tradicionales de las comunidades locales. Es por ello que para comprender a profundidad las causas y los procesos detrás de los conflictos, es necesario identificar y conceptualizar a los actores involucrados ya sean comunidades locales, organizaciones de la sociedad civil, funcionarios de gobierno, empresarios y académicos, pero siempre dilucidando sus intereses, motivos y estrategias sobre los recursos.

Uno de los principales elementos para el manejo de los conflictos es que las partes logren percibir la situación como un problema compartido, en el que la cooperación puede ayudar a identificar estrategias de manejo con resultados favorables para las partes y así sentar bases para su resolución. De esta manera, el entendimiento compartido contribuye a que actores con diferentes valores, ideas e intereses perciban que son mutuamente dependientes en la resolución de los problemas que los aquejan. El manejo de los conflictos de conservación requiere del diálogo entre las partes, mismo que puede verse favorecido por la intervención de otros actores que provean una interpretación externa.

Se considera que un conflicto es manejado de manera exitosa o efectiva cuando el resultado es aceptable para las partes, y ninguna de ellas percibe que la otra está satisfaciendo sus intereses a costa de la otra. Cabe mencionar que mejores resultados del manejo de conflictos pueden no implicar mejores resultados de conservación de la biodiversidad.

Por ello, estudiar y evaluar los procesos de manejo de conflictos de conservación se ha reconocido como un elemento central para mejorar la gobernanza ambiental de las AP. El manejo de los conflictos de conservación pone de manifiesto la necesidad de enfatizar el involucramiento de los actores locales, reconocido como elemento fundamental para el éxito de las estrategias de conservación. En el mismo sentido, se ha afirmado que las AP no serán realmente efectivas en tanto no aborden las necesidades de las poblaciones locales y aspectos de equidad asociados a las restricciones impuestas por las AP lo que refuerza el abordaje de la dimensión social de los conflictos de conservación.

Al generar y dar a conocer información sobre las percepciones de los conflictos socioambientales que tienen cada uno de los actores involucrados en la gestión de las AP, se estará haciendo visibles a cada uno de los actores, con sus intereses, valores y prioridades, en cuanto a los objetivos de conservación. No todos los actores perciben los mismos conflictos ni su nivel de intensidad, por lo que hacer accesible esta información a todos los participantes es una forma de garantizar una gobernanza más efectiva. Este aspecto es trascendental para generar esquemas más participativos de gestión, en donde se involucren de manera equitativa a cada uno de los actores, y se fomente así el reconocimiento y la legitimidad del otro.

Eduardo García Frapolli y Bárbara Ayala Orozco

Referencias

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